Las empresas familiares rara vez son vulnerables en la primera generación. Al momento de faltar el fundador es cuando la empresa se ve afectada y la sucesión es un primer momento difícil a superar. Se requiere de anticipación, planificación y formación de quienes asumirán el liderazgo, así como el desarrollo de los órganos de gobierno empresarial y familiar.
El paso a la tercera generación constituye un nuevo reto, ya que las soluciones y acuerdos que funcionaron para una sociedad de hermanos en una segunda generación requieren de revisión y evolución para los retos que un consorcio de nuevos familiares genera. Las fortalezas de la empresa familiar se pueden perder cuando se cae en excesos, rutina, apatía, envidias, rencores, abusos de recursos, desatención al negocio y muchos otros errores. La empresa familiar hace aflorar lo mejor de las personas y puede llevar a una empresa muy alto, pero también puede hacer surgir lo peor de un ser humano y destruir el resultado de años de trabajo.
En síntesis, uno de los puntos muy vulnerables de la empresa familiar es la falta de preparación del cambio para la sucesión.
La formación de los miembros de la familia y planificación de las sucesiones generacionales mediante PROTOCOLOS FAMILIARES son dos aspectos claves para mantener a la empresa con un proyecto de futuro.